Saber por qué hombres y mujeres tienen diferentes habilidades en algunas tareas es un tema controvertido en el que todavía no hay consenso científico. Una de las áreas estudiadas es la de las capacidades visoespaciales, en la que diversos estudios han mostrado que los hombres sobresalen en ciertas actividades, como son las rotaciones mentales o la cognición espacial egocéntrica (aquella en la que los elementos en el espacio se localizan usando como referencia el propio cuerpo en vez de usar otros objetos). Sin embargo, las causas todavía se desconocen. Según una editorial reciente publicada en acceso abierto en la revista científica Frontiers in Virtual Reality, el motivo detrás de esta diferencia no es exclusivamente biológico y puede modificarse a través de estrategias que pueden eliminar esa disparidad.
La capacidad de formar imágenes visoespaciales es una habilidad cognitiva que se requiere para movernos en un espacio o para tener percepción de profundidad y distancia. Esta capacidad es útil, por ejemplo, para dibujar, abotonar una camisa o hacer la cama. También sirve para planificar una ruta y desplazarse a través de un espacio hasta un destino, a través de un "procedimiento basado en información sensorio-motora sobre la posición de un individuo en el espacio, las distancias entre el yo y el objeto y el automovimiento, que permite una secuencia de puntos de referencia, giros y cambios de dirección que deben adquirirse, así como un conjunto de asociaciones lugar-acción que deben memorizarse", apunta Pierre Bourdin, profesor e investigador de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Bourdin, junto con investigadores de las universidades de Barcelona y Zaragoza, del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón y del Centro de Atención e Investigación de Socioadicciones de la Red Pública de Salud Mental y Adicciones de la Generalitat de Catalunya, han concluido que las diferencias entre hombres y mujeres en las habilidades visoespaciales no son inamovibles. A través de intervenciones adecuadas, que abarcan desde programas de capacitación en niñas y niños de Primaria hasta cursos de visualización espacial en estudiantes de Ingeniería, se han logrado mejoras significativas. En algunos casos, estas operaciones reducen las brechas de género hasta eliminarlas en muchas tareas espaciales.
"Cuando aparecieron los primeros estudios que destacaban las diferentes habilidades espaciales por género, el mundo académico, que también tiene sus prejuicios, se volcó en las explicaciones biológicas y evolutivas", comenta Bourdin, coordinador del laboratorio XR Lab de tecnologías inmersivas —realidad virtual, realidad aumentada y realidad mixta— de la UOC. "Pero al mirar más de cerca, vemos que el tema es más complejo de lo que parece a primera vista. Las diferencias son muy maleables. Por eso es importante investigar por qué ocurren y si se pueden eliminar, ya que se podría conseguir mayor igualdad y quizá mejorar ciertos procesos de declive cognitivo", añade el experto.
LA REALIDAD VIRTUAL COMO HERRAMIENTA PARA REDUCIR LAS DIFERENCIAS
Uno de los aspectos más impactantes que se destacan en la editorial es el papel de la realidad virtual en la mejora de las habilidades espaciales. Los estudios presentados muestran como esta tecnología proporciona un entorno inmersivo que permite evaluar y mejorar la representación mental de mapas cognitivos y la orientación espacial.
La realidad virtual puede ayudar, además, a estudiar los prejuicios que ahondan las diferencias. Al permitir el uso de avatares masculinos y femeninos, o de diferentes edades (niño, joven, adulto o persona de la tercera edad), algunas investigaciones han explorado la importancia de los estereotipos en el desempeño de las funciones, con resultados sorprendentes. Asumir un género, aunque sea virtual, parece tener un efecto en nuestra capacidad de respuesta.
"A diferencia de las competencias en comprensión lectora, las competencias visoespaciales se asocian más con tareas técnicas como las que se desarrollan en la ingeniería o la arquitectura, con un fuerte componente lógico-matemático y, por ende, se asume que como los hombres son mayoría en esos ámbitos, son los que poseen ese tipo de competencias", explica Milagros Sáinz, investigadora líder del grupo de Género y TIC (GenTIC), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC.
"Este tipo de creencias y expectativas sociales sobre las competencias intelectuales de los niños funcionan muchas veces en el aspecto inconsciente, y son caldo de cultivo para que se produzcan diferencias en rendimiento académico, abandono y fracaso escolar, elección de estudios y profesión, horas de ocio y tiempo libre, entre otros muchos elementos. Sin obviar en todo esto el peso de otros aspectos socioculturales y contextuales que influyen para que dichas diferencias efectivamente se produzcan", detalla Sáinz.