La Comunidad Autónoma reivindica el uso de drones “como una herramienta muy útil para la agricultura, sobre todo para determinados tratamientos, por lo que los estudios comparativos entre las aplicaciones con drones y terrestres que se vienen realizando deben conducir a que la Comisión Europea autorice que el uso agrícola deje de considerarse tratamiento aéreo, como sucede con la legislación actual”.
Así lo expuso el consejero en funciones de Agricultura, Antonio Luengo, durante su visita al coto arrocero de Calasparra, donde se lleva a cabo la aplicación de herbicidas tras la siembra en el cultivo del arroz.
Las aplicaciones con drones tienen la misma consideración que una aplicación con una aeronave (avioneta o helicóptero), estando prohibidas con carácter general salvo que se puede demostrar que los beneficios medio ambientales y de la salud de los aplicadores sean superiores respecto a una aplicación terrestre y siempre que el producto fitosanitario esté específicamente autorizado para aplicación aérea y sea aprobado por la administración un plan de vuelo.
Luengo explicó que el uso de drones “presenta ventajas ambientales, como es la no utilización de energías fósiles, la nula compactación del suelo y una menor contaminación por deriva, además de reducir el riesgo sobre los operarios”. En consecuencia, entendemos “muy positivo que la Comisión Europea legisle favorablemente sobre su uso pronto su utilización, como también que las empresas de producto fitosanitario registren las condiciones de aplicación para asegurar la eficacia de los tratamientos”, señaló.
APLICACIONES
En los distintos ensayos planteados en diferentes cultivos y zonas del territorio nacional, se han planteado estudios para verificar que los problemas de derivas sobre las zonas no objetivo de la aplicación, residuos de productos fitosanitarios en cosecha y de seguridad de los operarios que participan en la aplicación son menores respecto al uso de maquinaria terrestre.
Además de la aplicación de fitosanitarios, los drones pueden usarse en el campo de la agricultura para la toma de imágenes multiespectrales, que miden el vigor vegetal a partir de la radiación que las plantas emiten o reflejan; o imágenes térmicas, que permiten detectar el estrés hídrico en la planta, con lo que se optimiza el uso de agua y se aplican estrategias de riego de precisión.
Otra aplicación es la geomática y la topografía, ya que las imágenes tomadas por los drones agrícolas permiten también realizar levantamientos topográficos del terreno, lo que en grandes proyectos agrícolas puede ser de gran utilidad. Además, el uso de drones tiene ya aplicación en temas relacionados con catastro y propiedad.
En cuanto a sus ventajas, destaca la eficiencia, pues la utilización de drones es precisa y permite un riego y una aplicación de nutrientes selectiva. La reducción de la toxicidad por químicos del aplicador es del 100%, puesto que el piloto, aplicador, se encuentra a distancia. Y las sobras son mucho menores que con los medios tradicionales.
Además, está demostrado que las aplicaciones con drones suponen un ahorro de entre 500 y 1.000 litros de agua por hectárea y aplicación. En el caso del arroz se ha pasado de 500 litros de agua por hectárea y aplicación a 8 litros. En una temporada, el ahorro de agua por hectárea de arroz plantada se sitúa en 2.940 litros.
Junto a todo ello, al poder hacer una aplicación selectiva y con una mejor concentración, el ahorro de producto se puede valorar entre el 20 y el 40%, mientras que el ahorro de tiempo es también muy significativo, ya que mientras que un tractor tarda entre 20 y 30 minutos en hacer una hectárea, el dron hace, por término medio, una hectárea cada 7 u 8 minutos.
Un asunto de actualidad, debido a las lluvias torrenciales que han afectado a los campos de la Región ha sido la posibilidad de acudir al empleo de drones para acceder a zonas anegadas y aplicar tratamientos urgentes. Además, en el caso de plagas, los medios tradicionales suponen un contacto con la vegetación y el suelo, extendiendo la plaga por toda la finca. Finalmente, no usar el tractor evita daños en las plantas y sólo esta circunstancia supone un incremento de la producción en al menos un 10%, además de permitir el aumento del área plantada.