Una investigación liderada por la investigadora de la Universidad de Murcia Marta Garaulet, en colaboración con Hassan Dashti, investigador de la Harvard Medical School, entre otros autores de la misma universidad, ha demostrado que la genética no es la causa por la que algunas personas fracasan en sus intentos de perder peso.
Un estudio deja claro que la predisposición genética puede ralentizar y alargar el proceso de pérdida de peso en muchas personas, pero eso no impide que se llegue a los objetivos, aunque eso sí, quizás el objetivo de pérdida de peso se alcance en un periodo de tiempo mayor que quienes no tienen esa propensión.
Lo que sí vuelve a remarcar esta investigación es algo que ya llevan tiempo apuntando los estudios de Garaulet, y es que el fracaso de las dietas de adelgazamiento está más relacionado con el componente emocional y con afrontar emociones de ansiedad, tristeza o preocupación con la comida, que con la propia genética.
Para llevar a cabo esta investigación, publicada en la 'International Journal of Obesity', el equipo liderado por la catedrática de Fisiología ha analizado unos 770.000 marcadores genéticos en una población de 1.210 personas de la Región de Murcia que seguían un tratamiento nutricional por sobrepeso u obesidad.
El estudio de Marta Garaulet consistió en determinar la propensión genética al sobrepeso para cada una de las 1.210 personas que participaron en el estudio. Esta propensión se calculó mediante un marcador genético, técnicamente denominado 'score poligenético', que mide del 0 al 1 la propensión genética a presentar obesidad, y que se obtuvo en base a resultados previos de 'GIANT' (Genetic Investigation of Anthropometric Traits), un consorcio europeo que analizó el ADN de 700.000 individuos.
Los resultados de la profesora Garaulet mostraron que quienes presentaron mayor propensión genética a presentar obesidad, es decir más cercanos al 1 en el score poligenético, no adelgazaron menos que quienes tenían un riesgo 0 en la propensión genética, aunque su velocidad de pérdida de peso durante el tratamiento fuera más lenta.
Garaulet considera que esta constatación es de gran importancia tanto para pacientes como para profesionales, porque "esto nos indica que lo que hay que hacer con estos pacientes con mayor propensión genética a la obesidad es un seguimiento más estrecho durante el tratamiento para que no se desanimen, porque tenemos la certeza de que pueden conseguir igualmente los resultados, aunque quizás vayan más despacio".
Pese a esta conclusión general, el estudio sí que ha constatado que hay individuos que tienen una variante genética que sí que obstaculiza el proceso de pérdida de peso. Se trata del polimorfismo identificado como rs545936 y quienes lo tienen en su mapa genético sí que tienen mayores dificultades para adelgazar.
El efecto de esta variante genética, ya se había demostrado en dos estudios de genoma completo anteriores, aunque estos estudios previos se habían realizado en menos número de individuos y con un seguimiento de únicamente 5 semanas de tratamiento, mientras que el estudio de Garaulet evalúa los efectos del tratamiento durante de aproximadamente 20 semanas.
Una idea positiva es que hay personas que pierden peso con mayor velocidad que otras ya que presentan un polimorfismo que les permite acelerar su ritmo de pérdida de peso. De las más de 1.200 personas que formaron parte del estudio, apenas 30 presentan esta característica. El efecto de estos polimorfismos se ha constatado gracias a una de asociación del genoma completo (GWAS), que permite identificar variantes genómicas asociadas estadísticamente con un riesgo de enfermedad o con un rasgo determinado.
Garaulet apunta que todos estos resultados abren la puerta a seguir investigando sobre la influencia genética en la pérdida de peso y ahondar, por ejemplo, en saber si las personas que tienen un score poligenético cercano a 1 tienen más facilidad para recuperar el peso una vez finalizado su tratamiento.